Condenaron a prisión perpetua al asesino de Sonderman
- Javier Disparti
- 30 sept 2014
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Alejandro Alcides Alegre (27) fue condenado este mediodía a prisión perpetua al ser encontrado culpable por el crimen de su ex suegra, Adriana Elena Sonderman (52), ocurrido en la mañana del 22 de junio de 2012 en una ferretería de San Martín.
La sentencia fue leída en el Palacio Judicial de San Martín, donde el tribunal presidido por Viviana Morici e integrado por Jorge del Pópolo y Armando Martínez, rechazó además el pedido de la defensa para que se declararan nulas las pericias caligráficas que ubicaban al sospechoso en la escena del crimen.
Apenas se conoció el fallo, familiares de la víctima celebraron entre lágrimas y abrazos en la sala de audiencia. "No entiendo porque lo hizo, pero lo importante es que se hizo justicia que es lo que buscábamos en este juicio", señaló Romina Quiroga, hija de la víctima y ex pareja del condenado.
En los alegatos, el fiscal Mariano Carabajal también había solicitado la máxima pena para el único acusado de asesinar a la comerciante de 52 años. Por su parte, sin demasiados argumentos, la abogada María Ibáñez había pedido el sobreseimiento de su defendido por el beneficio de la duda.
En el juicio, varios testigos del entorno familiar de Sonderman habían señalado que Alegre tenía una mala relación con la joven e incluso la propia Quiroga aseguró que él le advirtió que "le iba a pegar donde más le dolía".
Por su parte, la fiscal de instrucción señaló a la prensa que "además de los resultados de la pericia psicológica y caligráfica, hubo varios indicios unívocos para determinar que Alegre efectivamente estuvo en la escena del crimen".
Cabe recordar que el homicidio ocurrió en el interior del comercio Otto Insumos Metalúrgicos, ubicado en la avenida Boulogne Sur Mer 578. Allí, Sonderman fue sorprendida por su agresor, quien la golpeó, la tiró al suelo y le clavó un hierro de unos 30 centímetros en el cuello.
Antes de abandonar la escena del crimen, el asesino dejó un mensaje escrito sobre un portón metálico que decía: “Carlo pagá lo que debés o siguen tus hijos (sic)”. En un principio, los pesquisas creyeron que la violenta muerte de la mujer era un mensaje mafioso dirigido al hermano de Sonderman.
Sin embargo, tras descartarse esa línea investigativa y de una serie de tareas de inteligencia, los sabuesos posaron sus ojos sobre Alejandro Alcides Alegre, quien inmediatamente se convirtió en el principal y único sospechoso de asesinar a la empresaria.
A esta determinación se llegó tras la declaración de Romina Quiroga, quien declaró ante la policía que su ex pareja, Alejandro Alegre, le había enviado varios mensajes de texto expresándole que había llegado a San Martín y que (el mismo día del crimen) pasaría a ver a su hijo. Incluso, Quiroga manifestó que, tras el proceso de separación, recibió amenazas de parte de él, algunas de ellas registradas en un celular. "Me decía que me iba a quitar mi hijo y que me iba a pegar donde más me dolía", explicó en la etapa de instrucción.
Luego la policía comprobó que Alegre efectivamente se había hospedado en una pensión cercana al negocio de Sonderman. De ese lugar, se ausentó cuando sucedió el crimen. Además pasó por la casa de su ex mujer con la intención de ver a su hijo de cinco meses, pero como nadie le abrió, se fue. De este modo, cuando las pistas se fueron cerrando en torno a él, la fiscal María Mónica Fernández Poblet dispuso su inmediata detención. Así fue como el 14 de julio de 2012, la policía lo detuvo en su casa de la localidad de Cañada de Gómez, en la provincia de Santa Fe.
A partir de su detención, la fiscal de la causa ordenó una serie de pericias, entre ellas, una psicológica. Esta prueba determinó que el hombre posee una "personalidad agresiva encubierta" y que "necesita medicación para controlar sus impulsos violentos".
También las pericias caligráficas lo habían complicado tras realizarse el cotejo con el mensaje escrito en el portón del local comercial donde ocurrió el aberrante crimen. Ese resultado fue determinante para señalar que Alegre había estado en la escena del crimen.
Además, en las jornadas del debate previas a la sentencia, efectivos policiales habían hecho caer la coartada de Alegre, quien había asegurado que no se encontraba en San Martín al momento del hecho, pero el rastreo en su teléfono celular contradijo esto.




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