
Pasan los años, cambió el color político de la intendencia de San Martín y la mayoría de las paradas del transporte público de pasajeros no cuentan con una garita para resguardar a los usuarios de las inclemencias climáticas. Las existentes se encuentran obsoletas o son reducidas.
A pesar de que el día amanezca con lluvia, viento o sol, gran parte de la población debe dirigirse todos los días a trabajar o estudiar y, salvo que cuenten con un vehículo propio, muchos no tienen otra alternativa que usar el transporte público como medio de traslado.
Esto no sería un problema si no fuera porque la mayoría de las paradas no cuentan con una garita para resguardar a los usuarios de las inclemencias climáticas. Incluso, las existentes no están en las mejores condiciones o son demasiadas chicas.
Sólo basta con hacer un recorrido para observar a mujeres embarazadas o con niños, ancianos o personas con alguna discapacidad esperando el colectivo a la intemperie. Esta situación se ha convertido en una postal común que, desde hace tiempo, el municipio no ha dado señales para intentar cambiarla.
Este escenario puede contemplarse a lo largo de la ruta 50, entre Palmira y San Martín, o sobre las principales avenidas que conforman el recorrido diario del transporte interurbano. La imagen también se repite en la mayoría de los barrios o en los distritos, donde tampoco existe alguna señalización que indique la parada de una línea específica.
En las avenidas Boulogne Sur Mer, Avellaneda, Salta, Lima, Mitre y Tucumán, donde confluyen las principales líneas del transporte, solamente existen dos estructuras para una importante cantidad de usuarios que se moviliza a diferentes localidades del departamento o a las ciudades aledañas.
Una de las paradas más concurridas se encuentra sobre la avenida Salta, a metros de calle España. Allí, una docente de la escuela Raquel Butera explicó que “la dificultad se presenta para los adultos mayores o embarazadas, porque la pequeña y precaria estructura no sirve de resguardo para todos”.
Frente al hospital Perrupato, se encuentra la parada de colectivos más grande de la ciudad. Se trata de una estructura de caños y techos de chapa con capacidad para 10 personas sentadas. Sin embargo, su diseño fue tan ineficazmente construido que no protege a la gente ni del frío ni de la lluvia.
Incluso, con la remodelación de la avenida Eva Perón, principal ingreso a la ciudad, el ex intendente Jorge Giménez tampoco planificó la colocación de refugios para los usuarios del transporte público. Allí, a lo largo del recorrido, los usuarios esperan sentados sobre el cordón del canal de riego o detrás de un poste que les brinde un poco de sombra.
“Cuando llueve es muy frecuente ver a las personas esperando en el interior de un auto estacionado sobre la parada. En el verano, muchos esperan del otro lado de la avenida para tener sombra y cruzan solamente cuando está por llegar el colectivo”, describió Micaela Godoy.
Lo cierto es que San Martín, a diferencia de otros departamentos de la región, lleva varios años sin impulsar cambios en las paradas de los colectivos. En Junín, por ejemplo, se construyeron refugios con diseños modernos y con materiales antivandálicos, que pueden observarse a lo largo de la avenida Mitre y el carril Retamo.
Hace dos años, Sergio Dubé, uno de los concejales más críticos durante la gestión de Jorge Giménez, presentó un proyecto para la construcción de 150 garitas tras la repercusión de nuestra publicación en 2018. Sin embargo, nunca fue tratado durante el gobierno peronista, pero tampoco se retomó en los casi dos años que lleva la intendencia radical de Raúl Rufeil.
El proyecto contemplaba la construcción de 48 paradas del transporte público en Ciudad, 15 en Palmira, 10 en Alto Verde, 8 en Buen Orden, 6 en El Espino, 4 en Montecaseros y Tres Porteñas, 3 en Chivilcoy, 2 en Divisadero, El Central, El Ramblón, Nueva California, Alto Salvador y Chapanay, y una en Las Chimbas.
Según lo planificado por el edil, la construcción de los refugios iba a demandar una inversión de $7.720.000. Cada una de ellas deberá tener cámaras de seguridad, cartelería informativa sobre los recorridos de las distintas frecuencias, iluminación necesaria y un adecuado acceso para las personas con movilidad reducida. Otra idea, como muchas, que descansa en un borrador o en el interior de un cajón porque no se traduce en votos.
Por otra parte, hace varios meses, el senador provincial de Cambia Mendoza, Fernando Alín, construyó una garita en Colonia Lambaré, Montecaseros, donde los vecinos esperaban el colectivo debajo de palos y ramas secas. Una situación que representaba la desidia y el olvido de aquellos distritos alejados de las ciudades urbanizadas.
“Escuchamos la realidad de ese lugar y asumimos el compromiso, ya que al ser una zona rural los niños no tenían donde refugiarse al esperar el colectivo sufriendo fuertes vientos, lluvias, altas y bajas temperaturas”, expresó Dubé, quien agregó que la compra de materiales se realizó “con fondos de mi dieta”.
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